Las servidumbres de conservación son restricciones voluntarias que limitan permanentemente los tipos de usos permitidos en la tierra. Están en manos de entidades externas al titular. Estos acuerdos se utilizan con frecuencia como herramienta de planificación fiscal. Un propietario concede una servidumbre a una entidad pública o privada sin ánimo de lucro y se compromete a conservar la tierra a cambio de una deducción fiscal proporcional a la disminución del valor de la propiedad. Estos acuerdos pueden ofrecer un nivel de seguridad de la tierra similar al de las restricciones de las escrituras y, en algunos casos, pueden acercarse a la seguridad de la propiedad de pleno dominio. Aunque las servidumbres de conservación son más comunes en entornos rurales, también existen aplicaciones urbanas. En Baltimore, Maryland, un propietario privado concedió una servidumbre de conservación a Neighborspace (un fondo de tierras) en el emplazamiento de un huerto comunitario existente a cambio de deducciones fiscales federales. Este tipo de acuerdos también pueden reducir la carga de gestión del propietario, ya que el beneficiario de la servidumbre suele prestar servicios de administración de la tierra como parte del intercambio.