Las organizaciones satélite sirven como la voz de la comunidad. Pueden ser organizaciones sin fines de lucro existentes (corporaciones de desarrollo comunitario, fideicomisos de tierras comunitarias, etc.), nuevas empresas o entidades más informales. Lo que comparten en común es la capacidad de hablar en nombre de los vecindarios en los que están ubicados, asegurando que las decisiones sobre el uso de la tierra sean lo mejor para los residentes presentes (y futuros) del vecindario.
Al liberar a estas entidades con base en el vecindario del trabajo pesado de las transacciones inmobiliarias, la instalación de infraestructura y la negociación de un tratamiento fiscal favorable a la propiedad, pueden concentrarse mejor en la planificación, la contratación de agricultores y la búsqueda de formas de integrar la agricultura (y los agricultores) en el tejido de su comunidad. En otras palabras, pueden enfocarse en el trabajo crítico de gobernar y administrar tierras productivas con la supervisión y el compromiso de los miembros de la comunidad.
Será de vital importancia para estas entidades satélites tener también un papel de gobernanza en lo que respecta a la entidad servidor central, para garantizar que el servidor central contenga para vigilar el premio de apoyar a estas organizaciones vecinales.